La condecoración al vendido


El Gobierno de Milei transformará la Orden de Mayo en una distinción a los gobernadores que le firmen su pacto.

El presidente de la Nación, Javier Milei, propuso el Pacto de Mayo como una especie de acuerdo simbólico que ponga fin al enfrentamiento con los gobernadores. La primera vez que lo escuchamos fue ante la Asamblea Legislativa del 1 de marzo, donde dio a conocer los 10 mandamientos que serían innegociables para firmar este pacto. La mística se fue perdiendo con el pasar de los días y ahora el Gobierno Nacional busca ponerle un condimento extra para darle épica a lo que será el acuerdo entreguista más grande de los últimos tiempos.

En principio, además de estos mandamientos innegociables del profeta Milei, la disputa tenía como fin la Ley de Bases. Ahora, el Gobierno Nacional pasó estas estas pretensiones a un plano secundario por que no estarían dando los tiempos, pero no piensa dejar pasar la oportunidad de sellar el pomposo pacto y ponerle fin a los cruces con los mandatarios.

Por lo menos hasta ahora, la estrategia sirvió y los sectores dialoguistas se comportan conforme a lo negociado. La Ley de Bases ya tuvo media sanción y los gobernadores no tuvieron problema para abrazar los mandamientos mileianos, por lo que implícitamente, el pacto marcha y el peso de este cae directamente sobre las espaldas y bolsillos de los argentinos.

Como ya lo dijimos, los libertarios buscan ponerle épica a todo, incluyendo a este pacto, y para ello el Gobierno de Milei planea entregar una suerte de condecoración a los gobernadores firmantes: la Orden de Mayo al Mérito, una distinción patriótica creada en 1946. Para alcanzarla, el único mérito requerido es darle con el gusto al presidente en su intento de poner de rodillas a los firmantes, sin importar calidad de gestión, procedencia ideológica, ni mucho menos el bienestar de sus representados.

No hace falta escarbar mucho para darse cuenta que a los gobernadores de toda la Argentina una de las cosas que más les gusta es figurar. Desde que se inician en la carrera política, buscan anotarse porotos para acumular en sus “biografías”, y pocas veces supo importarles el “a costa de que”. Desde ya en los pasillos se escucha: “Con tal de que se la den, hacen cualquiera”.

 La Orden de Mayo, inicialmente llamada Orden al Mérito, tiene un peso institucional sólo comparable con la Orden del Libertador San Martín, se otorga a “ciudadanos civiles o militares extranjeros que se hayan distinguido por sus servicios y obras personales y merezcan la gratitud de la Nación”. La Orden de Mayo fue creada durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón y modificada en 1957 por Pedro Eugenio Aramburu para que se otorgue a aquellos que “con su esfuerzo contribuyen al progreso, al bienestar, a la cultura y al buen entendimiento y solidaridad internacionales (cuyos) fines coinciden con los ideales de los hombres de Mayo, iniciadores de la grandeza argentina (y) forjadores de nuestra nacionalidad”.

Lo cierto, es que para poder entregarla Javier Milei deberá modificarla, puesto que en ningún momento desde su creación se otorgó a gobernadores genuflexos. En la ceremonia de entrega, el presidente de la Nación, en calidad de “Gran Maestre de la Orden” deberá estar acompañado por la “Gran Canciller”, Diana Mondino, y el “Gran Ministro de Defensa”, Luis Petri.

A Milei, estas condecoraciones sin sentido le fascinan. Así viajó a Estados Unidos financiado por todos los argentinos para recibir el título de “Embajador de la Luz” de la Comunidad Jabad Lubavitch, aunque esto no signifique absolutamente nada en lo concreto. Épica, misticismo y logros que no existen, envuelven al equipo libertario y pretenden contagiarlo.

Seguramente aquellos que hoy creen que recibir la Orden de Mayo en este contexto es un poroto más para sus cuestionables carreras políticas, verán mañana la medalla en alguna vitrina o quizás colgada en una pared intentando exhibir el “gran logro” ante aquellas visitas cada vez menos frecuentes, intentarán recordar cual fue el mérito que la llevó hasta ese lugar y en sus mentes sabrán, aunque no lo quieran decir, que recibieron la condecoración al vendido.


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