Sandra Pettovello había dicho que no quería intermediarios para la asistencia social, pero firmó un convenio con Iglesias Evangélicas.
“Voy a atender uno por uno a la gente que tiene hambre, no a los referentes”, dijo la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello sosteniendo la supuesta versión de que no querían intermediarios a la hora de brindar asistencia. Lo que nadie se imaginaría, es lo que ocurrió en la jornada de hoy, que para definirlo en pocas palabras: FUE UN PAPELÓN.
Atentos a las disposiciones de Pettovello, centenares de personas se apostaron en la sede del Ministerio de Capital Humano con su DNI en mano para ser recibidos por la funcionaria y poder así recibir un mínimo de alimentos para sostener los comedores donde diariamente entregan una ración a quienes menos tienen. Al parecer, la voluntad de la ministra duró hasta la foto pues hoy, nada quedó de aquella mesita donde esperaba a la gente.
“No los voy a recibir porque yo no los convoqué”, dijo ahora la funcionaria desentendiéndose de todo.
Pero el bochorno se eleva por encima de toda lógica, cuando casi al mismo tiempo la cuenta oficial de la red social X del Ministerio de Capital Humano anuncia un acuerdo con la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA) por medio del cual le entrega $ 177.500.000 (ciento setenta y siete millones quinientos mil pesos) para brindar supuesta asistencia “a 36.150 personas en los 723 puntos de entrega”.
El comunicado redobla la apuesta ya que reza textualmente: “Para que reciba ayuda directa y sin intermediarios”. Resulta complejo creer que ACIERA no es un intermediario y que solo busca saciar su hambre espiritual.
Es así que la reikista profesional devenida en ministra ninguneó “a la gente que tiene hambre” mientras ponía millones de pesos en manos de nuevos intermediarios, ahora religiosos, para llevar asistencia a comedores que responden a sus estándares.
Pablo Salum, referente en la lucha contra las organizaciones coercitivas, criticó duramente el convenio: “Es muy grave que el gobierno de Milei tercerice la asistencia social a través de “cultos” que no tienen ningún tipo de control, sabiendo que organizaciones coercitivas y tratantes criminales eligen justamente esta fachada para operar por estos beneficios”.
“Es peligroso y una falta de respeto a la ciudadanía que se reparta dinero de manera discrecional a movimientos que priorizan sus reglas basadas en las doctrinas de sus líderes”, agregó.